Publicidad en los azulejos

La publicidad no es ni mucho menos un invento moderno. De hecho, en Babilonia (actual Irak) se hallaron tabillas del año 3000 a.c. en las que se anunciaban zapateros, escribanos, vendedores de ungüentos y otros oficios.

Lo que han cambiado, por tanto, son las técnicas y los canales de comunicación, pero la necesidad de promocionar productos y servicios por encima de los demás siempre ha existido.

A principios del siglo XX, cuando ni la radio ni la televisión estaban aún implantadas en España, era habitual que las firmas más conocidas se publicitaran… en las fachadas de los establecimientos mejor situados.

Y además, no lo hacían con soportes de usar y tirar, sino con materiales tremendamente duraderos. Tanto es así que hoy día podemos seguir contemplando un ejemplo en el número 9 de la calle Tetuán.

Allí, entre las dos puertas de un antiguo bar llamado ‘El Sport’, se colocó un lienzo cerámico que anunciaba los Studebaker, que se autodefinían como ‘automóviles en 6 cilindros’.

o es casualidad que aquel bar fuese frecuentado por personalidades de la época y gente pudiente, ya que ese coche no estaba al alcance de cualquiera. Con todo, la privilegiada ubicación del azulejo permitía que todo el mundo pudiese admirarlo y desearlo.

El azulejo, que es de grandes dimensiones y fue realizado por Enrique Orce Mármol en 1924, representa una escena campestre en la que cinco personas

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dan un entretenido paseo en coche.

Actualmente forma parte de la fachada de una joyería cuyos propietarios han solicitado tres veces su traslado a la primera planta para una mejor conservación, pero la Comisión Local de Patrimonio Histórico se niega en rotundo. Al fin y al cabo, el azulejo de Studebaker ya es prácticamente un monumento.

O’Donnell en blanco y negro

Retomamos nuestro recorrido histórico por el callejero de Sevilla haciendo una parada en O’Donnell.  Antiguamente se llamaba calle de la Muela y reunía al gremio de los sombrereros en unos tiempos en los que casi todo el mundo llevaba algo en la cabeza. Con el tiempo también se convirtió en el foco del espectáculo, ya que en sus locales se instalaron los principales teatros de la ciudad, como por ejemplo el Gran Kursa o el inolvidable Café París, y también los cines más vanguardistas, como es el caso del Palacio Central, del que hablaremos detenidamente en el siguiente artículo.

Hoy día, prácticamente todos esos edificios han sido reemplazados por otros más modernos  que albergan oficinas, tiendas de ropa, restaurantes de comida rápida, etc. aunque los románticos aseguran que el aroma de lo que un día fue aún no se ha evaporado del todo. En cualquier caso, cuando hablamos de O’Donnell, hablamos de la calle con mayor actividad comercial de Sevilla, pues ya cuenta con más establecimientos que su vecina Sierpes. La mayoría de ellos venden productos textiles, aunque también podemos encontrar zapatos, joyas, productos de decoración, perfumes, libros, etcétera.

¿Y de dónde viene el nombre de O’Donnell? Pues de Leopoldo O’Donnell, militar y político español que aglutinó los títulos de Duque de Tetuán, Conde de Lucena y Vizconde de Aliaga. Ascendió al poder gracias a sus habilidades en el campo de batalla durante la Primera Guerra Carlista (1833-1840), en la que se alineó en el bando isabelino pese a tener a su padre y a sus hermanos en las filas del enemigo. En su agitado ‘currículum’ también consta la participación en varias sublevaciones, la residencia en el exilio durante un tiempo (Francia) y la presidencia del consejo de ministros en dos etapas. Como anécdota, cabe destacar que tras la victoria en la Guerra de África, ordenó acampar a sus tropas a las afueras de Madrid para preparar una entrada triunfal en la capital de España, algo que finalmente nunca sucedió. Sin embargo, lo que sí consiguió es que durante su prolongada estancia en esa ubicación llegaran comerciantes de zonas aledañas, y fue así como nació el barrio de Tetuán de las Victorias.