El techo de Andalucía

Una vez edificadas sus últimas plantas, la Torre Pelli se ha convertido en el edificio más alto de Andalucía gracias a sus 178 metros de altura. Le ha arrebatado el primer puesto a las Torres de Hércules de Los Barrios (Cádiz), un moderno centro de negocios que alcanza los 126 metros y fue inaugurado en octubre de 2009. El tercer puesto en el ranking regional lo ocupa la Torre Laguna (Almería), un enorme inmueble de 105 metros que alberga tanto viviendas como oficinas. Su construcción, como la de casi todos los edificios imponentes, generó mucha polémica e incluso llegó a los tribunales, aunque las obras pudieron finalizarse en 2011.

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Lo que nos espera en 2015

En Sevilla hay una serie de eventos que se celebran todos los años sí o sí. Nos referimos, cómo no, a la Semana Santa, la Feria de Abril, el Corpus Christi, el Rocío, la Navidad, y un largo etcétera, pero hay otros acontecimientos de gran calado que sólo tienen lugar en ocasiones puntuales, y en 2015 podremos ver algunos de ellos. Uno de los más sonados, será, sin lugar a dudas, la inauguración de la Torre Pelli, cuya construcción, iniciada en 2007, no ha dejado a nadie indiferente. Salvo imprevisto de última hora, en los próximos meses sus 43 plantas estarán terminadas y podremos contemplar la obra prácticamente desde cualquier punto de la ciudad, ya que, con 180 metros de altura, se ha convertido en un inmueble inocultable.

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La reapertura de la Torre de don Fadrique

La Torre de don Fadrique está en pie desde hace muchísimo tiempo, concretamente, desde 1252, pero lleva 14 años cerrada a cal y canto por el precario estado de conservación de su interior. Afortunadamente, sus días de clausura están llegando a su fin, ya que los trabajos de restauración que se están realizando permitirán la reapertura de sus puertas al público en las próximas semanas. Así lo anunció recientemente el Ayuntamiento de Sevilla, a través de un comunicado en el que aclaraba que, además de repararse los daños en la atalaya, se van a adecentar los jardines y acerados externos.

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Un castillo infravalorado

castillo-alcala-1El Castillo de Alcalá de Guadaíra está en el candelero últimamente por dos razones. La primera es que fue elegido como icono turístico por la Diputación de Sevilla en la pasada edición de Fitur, despertando las críticas de los delegados granadinos, quienes entienden que guarda un gran parecido con su gran reclamo, La Alhambra. Y la segunda es que su estado de conservación dista mucho de ser el ideal, tal y como quedó demostrado con el reciente desprendimiento de una parte de su torre. Afortunadamente, no afectó a su estructura, si bien precisa de reformas urgentes y un mejor mantenimiento.
 
El castillo fue construido por los musulmanes entre mediados del siglo XII y principios del XIII sobre un cerro, posición geográfica que le otorga un aspecto más imponente si cabe. Y es que sus grandes dimensiones llaman poderosamente la atención, al igual que sus numerosas atalayas (once), que hacían del recinto un valioso fortín defensivo. Inicialmente, al servicio de las tropas árabes, pero más tarde pasó a manos de Rodrigo Ponce de León, uno de los principales capitanes de los Reyes Católicos durante la Reconquista.
 
El conjunto se divide en tres zonas que están bien diferenciadas: el Patio de los Silos, el Patio de la Sima y el Alcázar Real. A algunos puntos se puede acceder incluso en coche, un dato que deja entrever el excesivo aperturismo del que goza. Buena prueba de ello es que muchos materiales han sido robados en los últimos años y los grafiteros también han campado a sus anchas durante todo este tiempo. Con todo, la repercusión mediática que ha tenido recientemente ayudará a que las autoridades competentes tomen medidas para preservar este inestimable patrimonio y también, por qué no decirlo, para que todos valoremos lo que tenemos. 
 

El mirador de Sevilla

torre perdigonesAunque para muchos haya pasado desapercibido, Sevilla cuenta oficialmente con un mirador desde hace siete años. Nos referimos a la Torre de Perdigones, que fue restaurada en 2007 para convertirse en la vigía de Sevilla. Para acceder a su observatorio hay que pagar una entrada (1,50 euros), subir por un ascensor y escalar 20 peldaños. Una vez allí, se puede contemplar toda la ciudad a 45 metros de altura (casi la mitad que la Giralda) y en días despejados incluso se llega a otear la serranía de Ronda. Los que ya han vivido la experiencia destacan el predominio del color blanco en los edificios, así como la perfecta asimetría con la que han sido dispuestos.

Al margen del mirador, la Torre de los Perdigones (situada en la calle Resolana del barrio de La Macarena), cuenta también con una cámara oscura. Visitarla cuesta 4 euros, pero los que la conocen saben que merece la pena. No en vano, ofrece una imagen en directo y en movimiento de la ciudad de Sevilla a través de un periscopio. Este artilugio, gracias a sus espejos y lentes de aumento, nos brinda una panorámica de Sevilla realmente original, ya que el efecto óptico que utiliza no está muy extendido. Tanto es así que en Europa se pueden contar con los dedos de las manos las cámaras oscuras de este tipo, siendo la de Edimburgo (Escocia) la más antigua y conocida.   

¿Y qué había antes en la Torre de los Perdigones? Como bien indica su nombre, era una fundición que formaba parte de la antigua fábrica de San Francisco de Paula desde 1890. El plomo era llevado hasta la parte superior de la atalaya, donde era introducido en un horno. Una vez derretido, se vertía en cribas de distintos calibres y el viento que entraba por las ventanas solidificaba el producto armamentístico, que termina cayendo a la base de la torre por la ley de la gravedad. 

Sevilla quiere más

torre del oro noche para web 20100126 1118495480Sevilla no se conforma con que la Catedral, el Archivo de Indias y el Alcázar estén reconocidos como Patrimonio de la Humanidad desde 1987. Quiere más, y por ello ha solicitado formalmente que la Plaza de España y la Torre del Oro reciban la misma distinción. Así lo anunció el alcalde, Juan Ignacio Zoido, durante el Encuentro internacional sobre arquitectura contemporánea en ciudades históricas que se ha celebrado estos días en la capital hispalense, precisamente en uno de los edificios de la Plaza de España, argumentando que ambos monumentos cumplen, holgadamente, con los requisitos que fija la Unesco para conceder esta prestigiosa denominación.

Lejos de poner trabas, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que es el organismo que debe tramitar la petición de forma oficial, ha animado a Sevilla a conseguir su propósito, por lo que la candidatura cuenta con el respaldo total del gobierno nacional. Atrás quedaron aquellas desavenencias entre Sevilla y la Unesco a colación de la Torre Pelli, cuya construcción puso en peligro el sello de Patrimonio de la Humanidad, y el clima que se respira es de optimismo. Eso sí, la resolución no se conocerá ni mucho menos a corto plazo y es posible que haya que esperar aproximadamente dos años.

No es producto de la casualidad que Sevilla haya anunciado ahora esta pretensión. El Ayuntamiento ha aprovechado la presencia de emisarios influyentes en nuestra ciudad -con motivo del encuentro internacional mencionado anteriormente- para poner el asunto encima de la mesa. Entre ellos se encuentran Karim Hendili, director de Ciudades del Centro de Patrimonio Mundial de  la Unesco, y  Gustavo F. Araoz. Vílchez, presidente del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos). Si Sevilla consiguiera su propósito, su reclamo turístico se vería reforzado sensiblemente con la acreditación más importante que existe para la Torre del Oro y la Plaza de España, dos de las grandes maravillas de nuestra tierra.  

El castillo de un reino de taifas

Si en Sevilla capital podemos encontrar un sinfín de lugares singulares, tres cuartos de lo mismo sucede con la provincia. En artículos anteriores ya hablamos sobre el tesoro de El Carambolo, los dólmenes de Valencina de la Concepción, etc. y hoy puede ser una buena ocasión para profundizar en el castillo de Morón de la Frontera. Se encuentra situado en el centro de la localidad, pero con la particularidad de que se alza sobre un monte de unos 300 metros de altitud. Fue precisamente esta elevación natural del terreno, que ofrece unas vistas espectaculares de la Campiña y la Sierra Sur, la que motivó su construcción durante el dominio musulmán, época en la que Morón alcanzó su apogeo y llegó a convertirse en un reino de taifas.

Desde el punto de vista arquitectónico, tiene la típica estructura de una alcazaba y destacan sobremanera sus torres cuadradas. La más grande de todas ellas, la del Homenaje, también conocida coloquialmente como ‘La Gorda’, está ubicada en el centro y ha sufrido los estragos del paso del tiempo. En esencia, la historia del castillo es la historia de Morón, y tiene como punto de inflexión el 22 de julio de 1240, día en el que las tropas de Fernando III tomaron el municipio. Existe una bella leyenda que ilustra la conquista y está protagonizada por un animal. Concretamente, por el caballo del adalid musulmán, que al ver caer a su amo en el campo de batalla, decidió regresar al castillo. Los súbditos árabes, al reconocerle, abrieron las puertas, y los cristianos aprovecharon el momento para entrar y romper las defensas.

Una década después de aquel episodio, Alfonso X donó el castillo de Morón a la ciudad de Sevilla con la condición de que se hiciera cargo de su remodelación y protección, pero tras no poder hacer frente a los gastos, la capital hispalense renunció a él y la Corona de Castilla lo traspasó a la Orden de Alcántara, que lo tuvo bajo su control durante un siglo. Posteriormente pasó a manos de los Duques de Osuna y fue de su propiedad hasta que se abolieron los señoríos. El hecho de que el castillo fuese habitado durante tanto tiempo y por tan variadas personas favoreció su conservación, pero la Guerra de la Independencia provocó graves desperfectos y algunas pérdidas irreparables. Aun así, lo mucho que ha quedado de él sigue siendo un reclamo realmente interesante para el turismo.

La torre invisible

Sevilla tiene tanto patrimonio, que algunos de sus monumentos incluso pasan desapercibidos para los propios sevillanos. Un claro ejemplo que corrobora esta teoría es el de la Torre de Abdelaziz, que no tiene la notoriedad de la Torre del Oro, ni el carisma de la Torre de la Plata, ni tampoco la misteriosa intrahistoria de la Torre de Don Fadrique, pero sí un valor arquitectónico e histórico de considerables proporciones. Hablamos de una torre almohade de forma hexagonal que data probablemente del siglo XII, ya que no existen documentos que den fe de la fecha exacta de su edificación.

Adoptó el nombre del primer emir almohade que gobernó Al-Andalus, el cual estuvo afincado en Sevilla durante el periodo comprendido entre los años 714  y 719. Existe una creencia generalizada de que llegó a estar conectada a las otras grandes atalayas de la ciudad, y esta hipótesis cobró más fuerza si cabe tras las últimas excavaciones realizadas hace aproximadamente una década. Y es que no cabe duda de que formó parte de las murallas del Real Alcázar. De hecho, estaba unida a ellas a través de un arco ya desaparecido que limitaba con la Puerta de Jerez. Así pues, todo hace indicar que la torre fue ideada para ampliar las infraestructuras defensivas de la ciudad en unos tiempos verdaderamente agitados.

¿Pero dónde está exactamente la Torre de Abdelaziz? Seguro que muchos de los que estén leyendo este artículo se estarán haciendo esta pregunta y habrán imaginado que se encuentra en algún lugar retirado. Nada más lejos de la realidad, ya que la torre está ubicada en una zona céntrica de Sevilla, justamente en la esquina en la que confluyen la Avenida de la Constitución y la calle Santo Tomás. Allí, donde la modernidad y la antigüedad se funden de una manera natural, descansa camuflada entre los edificios colindantes y pasa inadvertida por el trajín del entorno. Podría decirse que es invisible para todo aquel que no se detiene a contemplarla.

El romance prohibido de Don Fadrique

Junto a la Torre del Oro, la de Don Fadrique es la otra gran atalaya de la ciudad de Sevilla. Se encuentra en el patio del Convento de Santa Clara y fue construida en 1252 con ladrillos y piedras dentro de la zona delimitada por las murallas. Tiene una planta cuadrada de unos 10 metros de lado, posee un estilo arquitectónico que combina rasgos del románico y del gótico, y su estado de conservación es excelente. De hecho, sobre la puerta de entrada se puede leer con claridad un placa escrita en latín que dice así: “Esta torre es fabrica del magnífico Fadrique, podrá llamarse la mayor alabanza del arte y del artífice: a su Beatriz madre le fue grata esta prole del rey Fernando, experimentado y amigo de las leyes. Si deseas saber la era y los años, ahora mil doscientos y cincuenta y dos (1252) ya existía la torre serena y amena llena de riquezas”.

El texto deja entrever una historia que ha dado pie a múltiples interpretaciones. La más difundida, y probablemente también la más alejada de la realidad, es la que hace referencia a un romance prohibido, pero vayamos por partes. Don Fadrique era Infante de Castilla e hijo de Fernando III de Castilla y Beatriz de Suabia. Su padre enviudó a los 50 años y volvió a casarse con la francesa Juana de Danmartín, mucho más joven que él. Tras la conquista de Sevilla y Córdoba, ambos quedaron instalados en el Alcázar, pero el monarca falleció poco después. Fue entonces cuando Don Fadrique dejó Italia y viajó a la capital hispalense por primera vez para conocer y mostrar respetos a su madrastra, de la que quedó prendado rápidamente. Ambos eran prácticamente de la misma generación y compartían la afición por la caza.

Según cuenta la leyenda, con la llegada del invierno se hacía muy difícil atrapar a los animales en las proximidades del río, por lo que Don Fadrique ordenó construir una torre para que hiciera las veces de pabellón de caza… y de nido de amor. El edificio generó muchas suspicacias desde el primer momento, pero el Infante se defendió argumentando que iba a servir para repeler los hipotéticos ataques de los musulmanes, algo incoherente teniendo en cuenta que se había levantado ‘intramuros’. La relación entre los dos jóvenes era ‘vox populi’ y no fue bien acogida ni en la nobleza ni en el pueblo llano. Tanto es así que, con motivo de la celebración de su onomástica, Juana envió 200 invitaciones y nadie acudió al banquete. La situación se volvió insostenible y la reina se vio obligada a partir hacia Francia con sus hijos en una falúa, mientras que Don Fadrique fue ajusticiado en Burgos por orden de su hermano, Alfonso X de Castilla, tras haber ofendido el decoro real.

La versión de los historiadores, como no podía ser de otra forma, es muy distinta. Si bien no hay unanimidad acerca de por qué fue ejecutado, lo cierto y verdad es que en ninguna de las teorías se menciona una posible aventura entre Don Fadrique y Juana de Danmartín. Así pues, todo hace indicar que perdió la vida por conspirar contra el poder que ostentaba Alfonso X. Como curiosidad, cabe destacar que el gusto del Infante por las atalayas era incuestionable y no se sació completamente con la de la capital, ya que en Albaida del Aljarafe también ordenó construir otra que lleva su nombre.