La Feria de Abril es sinónimo de alegría y cada vez que pensamos en ella siempre se nos vienen a la mente gratos recuerdos, ya sean cercanos o lejanos en el tiempo. No obstante, en contadísimas ocasiones también ha sido escenario de tragedias y una de las más sonadas ocurrió hace justamente cincuenta años. Para más señas, la edición de 1964 siempre será catalogada como la de ‘chamuscá’ por el incendio que se produjo en el Real. Todo ocurrió el primer día, a eso de la una de la tarde, cuando un chispazo prendió fuego a la caseta de los Lasso.
Las llamas se apoderaron rápidamente de las lonas y se fueron extendiendo hacia las dependencias más próximas, creando una hilera de piras. Lejos de ayudar, la meteorología avivó el desastre, pues hacía mucho calor y también corría algo de viento. Cuando los bomberos consiguieron apagar el fuego, éste ya había calcinado 74 casetas, las cuales se encontraban en la confluencia de las calles General Primo de Rivera, Infanta Luisa e Infante Carlos. Como habrán apreciado, antes de que tomaran prestado los nombres de los toreros más afamados, las calles tenían otras denominaciones más ‘solemnes’.
José García Suárez, un zapatero de 87 años, fue la única víctima mortal del accidente, si bien otras 25 personas resultaron heridas de gravedad y necesitaron asistencia sanitaria de inmediato. Con todo, cuentan las crónicas periodísticas que, pese a la tragedia humana (que pudo ser mucho peor), el enorme susto y los daños materiales, la Feria siguió su curso como si nada hubiera pasado. Es más, en algunas casetas se colgaron carteles con toques de humor, tales como ‘Por la mañana ardiendo y por la noche riendo’, ‘Esto era un jamón serrano que se murió por curpita del butano’, ‘¡Ni con fuego ni con agua, sólo con alegría y cerveza!’, entre otros. Y es que ni un tornado podría acabar con la Feria de Abril…