El Nazarenito de Santa Isabel

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convento sta isabelTomasín era un chico de corta edad, huérfano de madre. Su padre trabajaba en una fábrica de ferrocarriles en el barrio de San Jerónimo y dado que la jornada laboral de este hombre era de casi todo el día, no tenía tiempo para cuidar de su hijo adecuadamente, por eso decidió que Tomasín fuese cuidado por las monjas del convento de Santa Isabel. La ilusión de Tomasín era la de salir de nazareno en la cofradía de Los Gitanos, para ello las monjitas le confeccionaron la túnica, para que su padre lo metiera en las filas de nazarenos el Viernes Santo por la mañana. Tomasín contaba los días para vestirse de nazareno, pero tuvo la mala fortuna de caer enfermo meses antes de Semana Santa.

 

En aquellos años, la medicina no tenía los adelantos de hoy día, y Tomasín despues de muchos días enfermo, falleció. La triste noticia se difundió por todo el barrio de San Marcos, y todos los vecinos quisieron acompañar a Tomasín hasta el cementerio. El velatorio fue multitudinario, resultaba muy doloroso ver a Tomasín amortajado con su túnica de nazareno que nunca llegó a estrenar. Aquel año, la noche del Jueves Santo fue diferente. Su casa, en la calle Vergara, número 9, donde años atrás era un revuelo de nazarenos de montesión, macarena, los gitanos, y algun que otro «armao» de la Macarena, no parecía la de otros años.

 Cuando el reloj marcaba las dos de la madrugada, cuatro hermanos de la Hermandad de Los Gitanos atravesaban la  plaza de Santa Isabel para enfilar la calle Enladrillada. Escucharon un sonido de una puerta de madera abriéndose, y ante su asombro vieron la figura de un niño pequeño que con su antifaz puesto salia del convento con su varita en la mano. Los cuatro hermanos se quedaron pretificados al ver como aquel nazarenito se perdia por la calle. Decidieron seguirle pero pronto desapareció y tan solo  encontraron  una varita pequeña  tirada en el suelo, la recogieron y se la entregaron al día siguiente a las monjas del convento. La Hermana Superiora no salía de su asombro, y no podía dejar de preguntarse  ¿como había salido aquella vara del convento ?

 A pesar de haber pasado muchos años de esto, todavía se siguen dando las apariciones de un nazarenito en la madrugada del Viernes Santo saliendo del convento de Santa Isabel.

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