“No dejes que la verdad te estropee una buena noticia”. Quizás los intrépidos reporteros de Callejeros recibieron este consejo por parte de sus superiores antes de coger sus cámaras y trasladarse hacia Torreblanca y por eso decidieron dar una visión tan sesgada del barrio. Esa sería una posible explicación. Lo difícil –por no decir imposible-, es encontrar una justificación.
En este barrio sevillano no se habla de otra cosa desde que se emitió el programa de Cuatro y el sentimiento generalizado es de indignación, pues todos entienden que la realidad ha sido distorsionada de forma evidente, obviando cualquier muestra de civismo y ahondando únicamente en los detalles morbosos y los testimonios de camellos, drogadictos, travestis y desempleados con ganas de folklore, algunos de ellos subtitulados pese a que se entendían perfectamente. Además, aún escuecen las frases de la narradora, que afirmaba que “las drogas han marcado el barrio para siempre y que allí “cualquier cosa es válida para sacar un puñado de euros”, por no hablar de la selección de imágenes variopintas, que mostraban tiendas clandestinas por doquier, niños pequeños con hachas y caballos trotando por las calles, por poner algunos ejemplos.
Como no podía ser de otra forma, la respuesta social no se ha hecho esperar y más de 2.000 vecinos se echaron a la calle la semana pasada con la idea de mostrar su repulsa por el enfoque del reportaje y exigir una rectificación que permita difundir una imagen completa del barrio, con todas sus facetas: las buenas y las malas. Porque a decir verdad, los torrealbenses no niegan la existencia de delincuencia y demás lacras sociales en su zona, pero sí rechazan tajantemente que representen a la mayoría. Ellos quieren demostrar a España entera que son humildes y trabajadores. La pregunta es: ¿les dejarán?
Se da la circunstancia de que Callejeros es reincidente y los precedentes no son muy halagüeños, ya que hace un par de años los vecinos de Rochelambert también se levantaron contra este espacio televisivo e incluso recogieron firmas para lograr una corrección que nunca llegó.