Hoy salimos de la capital y nos desplazamos a la vecina localidad de Santiponce, donde, al margen de las Ruinas de Itálica, podemos encontrar otros monumentos de gran valor histórico. Uno de ellos es el Monasterio de San Isidoro del Campo, el primero de la provincia que fue declarado “de interés nacional”. Se construyó por orden de Guzmán el Bueno a principios del siglo XIV sobre las ruinas de una antigua mezquita, justo en el mismo emplazamiento en el que estuvo enterrado San Isidoro hasta que sus restos mortales fueron trasladados a León (1063).
Originariamente fue concebido como fortaleza para regir el señorío medieval, y también como panteón familiar. Sin embargo, ya en el siglo XV se convirtió en un edificio estrictamente religioso, pues primero pasó a manos de los monjes cistercienses y posteriormente fue administrado por la Orden de San Jerónimo. En la siguiente centuria ganó mucho más protagonismo si cabe, ya que se erigió como uno de los mayores focos protestantes de España. Tanto es así que en su interior se tradujeron al castellano libros prohibidos por la Inquisición y algunos de sus ‘cabecillas’ fueron ejecutados por ello. Otros, como Casiodoro de Reina, corrieron mejor suerte y lograron escapar a distintos puntos de Europa.
Coincidiendo con la desamortización de Mendizábal, en 1835 dejó de ser un monasterio y pasó a tener otros usos completamente diferentes. De hecho, llegó a transformarse en un correccional de mujeres y también en una fábrica de tabaco y cerveza, volviendo a ser ocupado por los Jerónimos desde 1956 a 1978. En los últimos años ha sido objeto de profundas reformas que le han devuelto su esplendor original y puede visitarse de miércoles a domingo. Desde el punto de vista arquitectónico, hablamos de un conjunto de grandes dimensiones formado por dos iglesias góticas, conocidas como ‘las gemelas’, un claustro de estilo mudéjar, una sacristía contrarreformista, una sala capitular que ido remodelándose continuamente, un refectorio cubierto con bóvedas de crucería cuatripartita y una torre barroca.